Cuando el código susurra poesía

No vine a intercambiar tokens. Vine a sentirllos. Los números —0.044734 USD, un salto del 10.51%, volumen de 610K— no eran métricas frías en mi pantalla. Eran respiraciones. Cada fluctuación, una estrofa de un poema escrito en código. OPUL no se movió por el mercado: se movió porque alguien, en algún lugar, creyó suficiente para sostenerlo. Mi madre decía: ‘En Brooklyn, hasta el silencio tiene peso.’ Ella tocaba jazz mientras depuraba contratos inteligentes a las 2 a.m., sus manos moviéndose como pinceladas sobre ledgeres blockchain. Esa noche, el precio saltó de \(0.038917 a \)0.044934 —no por hype, sino porque cinco mujeres en un servidor Discord compartieron sus llaves privadas como versos sagrados. No intercambiamos por retornos. Intercambiamos por significado. La volatilidad de OPUL no fue caos: fue un susurro colectivo. Cada alza fue un acto de fe escrito en Solidity; cada caída, una oración silenciosa antes del amanecer. ¿Crees que esto es solo crypto? No. Esto es cómo reconstruimos la confianza cuando el mundo siente como poesía.