¿Por qué abandonan el crypto las mujeres?

Escribí código a las 3 AM

Recuerdo mi primera auditoría DeFi: luces tenues, el zumbido de los servidores. La poesía de mi madre junto a mí: ‘Incluso los algoritmos necesitan alma.’ Debuggeaba contratos inteligentes mientras mi padre arreglaba nodos blockchain. Ninguno de ellos sabía que yo me quedaría—pero lo hice. Porque este mundo no fue hecho para mujeres como yo.

El mapa no nos muestra

Los reguladores dibujan fronteras como poesía sin puntuación. En Hong Kong, se negocian ETFs de ETH—but solo si eres ‘inversor calificado.’ En Arabia Saudita, las stablecoins son halal si respaldadas en oro… pero tu billetera? Prohibida. En Nigeria, lo llaman ‘activo digital’—pero no te permiten poner tu nombre en el formulario.

El verdadero costo es pertenencia

MiCA dice: ‘una licencia, acceso global.’ Pero ¿quién sienta en la mesa? Un oficial de FINMA suizo no conoce mi nombre. Un abogado de la SEC estadounidense no lee mi perfil en GitHub. No ven que cuando eres mujer, no binaria o morena—te conviertes en una excepción a su manual.

En Tailandia, KuCoin obtuvo una licencia. En Dubái, VARA exige garantías solo para inversores acreditados. Mientras tanto—me dicen que ‘autocertifiquémonos’ como desarrolladora individual sin oficina, sin sala de juntas, sin visa.

Nunca estuvimos en el plan

No fuimos invitadas a diseñar este mundo. Fuimos invitadas a cumplir con él.

El mapa regulatorio no es neutral: es un espejo que refleja quiénes cuentan. Ya no quiero permiso. Quiero arquitectura.